domingo, 7 de agosto de 2011

Inventar... o errar

El mundo no sale de su sorpresa: el gran gigante del Norte, la gran potencia capitalista está al borde del default. Quién lo hubiera podido pensar! El amo del mundo observa sorprendido y en estado de pánico como la crisis lo atraviesa en su propio territorio, arrastrando bancos, precios, propiedades, y llevando al desempleo a un importante sector de la sociedad estadounidense. La crisis del capitalismo sigue galopando sin cesar en una carrera en la que no encuentra freno, por lo menos hasta aquí.
Ya hace varios años que el mundo occidental y cristiano se debate en una profundo estado de convulsión que abarca no sólo a EE.UU. sino también a la Europa capitalista. Ahí están padeciendo sus efectos España, Grecia, Irlanda, Islandia, Portugal…..y se sigue desparramando, produciendo una herida muy profunda en todo el sistema. Se supone que una vez más, el capitalismo encontrará respuestas económicas y sociales para salvar sus intereses y su dominio, pero ello significará la bancarrota de algunos sectores y un duro ajuste fiscal y social que caerá, como siempre, encima de los sectores populares. Ellos pagarán esta nueva crisis con desempleo y pérdida de salarios, que significarán más pobreza y un desmejoramiento en sus condiciones de vida. Crisis que seguirá vigente por varios años más, pues no hay indicios de  que pueda ser superada de una manera próxima.

Igualmente, sería muy aventurado pronosticar aquí como saldrá el mundo capitalista de esta crisis. Lo que sí podemos observar y analizar es como se va extendiendo un importante sentimiento de rechazo a esta forma de manejar la economía, rechazo que encuentra una expresión singularísima en el movimiento de “Los Indignados”. Hasta donde serán capaces los pueblos de tomar conciencia de su situación y organizarse para cambiarla es algo que sólo podremos saber con la marcha de los acontecimientos.

Entretanto otros aires corren por esta parte del mundo.  Desde hace más de 10 años hay una nueva realidad en América Latina. Varios países han iniciado un camino  independiente de Estados Unidos, proponiéndose como meta, un desarrollo económico que les permita resolver las tareas democrático-burguesas históricamente incumplidas. Las clases dominantes han demostrado su absoluta incapacidad para resolver las cuestiones primordiales de los pueblos, actuando en forma permanente como aliados del imperialismo o, en otros casos, renunciando a seguir adelante la lucha por las conquistas democráticas y sociales, claudicando y entregándose a los dictados de la burguesía, -que en muchos casos son verdaderas oligarquías-, y las multinacionales.  Recordemos que luego de Yalta, en la división del mundo que se hizo, toda esta región fue otorgada a Estados Unidos. Y los gobiernos de los países de Latinoamérica fueron, durante décadas, representantes de esos intereses, dando lugar a la humillante filosofía de “las relaciones carnales con Estados Unidos”, que expresa con notable transparencia la ideología de las burguesías de esta parte del mundo.  Fue Cuba, desde 1959, una heroica y extraordinaria excepción.
Pero desde la década de los 90 comenzaron a madurar otras particularidades. Los pueblos se hartaron de sus gobiernos, perdieron definitivamente la confianza en los representantes tradicionales de las clases dominantes y buscaron otros caminos. Habría que detenerse para analizar cuales fueron las condiciones objetivas y subjetivas que se fueron desarrollando para que se produjera un cambio cualitativo tan importante en América Latina como el que estamos viviendo. Venezuela primero,  bajo el liderazgo de Hugo Chávez, Bolivia y Ecuador después han iniciado el camino de la Segunda Independencia en América Latina.  Y con sus más y sus menos, también cambiaron el signo Uruguay, Brasil, Argentina, Nicaragua, y ahora, todo indica, que también Perú se sumará.
Aunque los procesos son bien diferentes pues mientras algunos marchan hacia el socialismo del siglo XXI, otros emprenden reformas dentro de los marcos del sistema capitalista y sin ninguna intención de salir de él,  todos ellos tienen en común que han tomado distancia y siguen un proceso de relativa independencia de Estados Unidos. Las excepciones son Chile, Colombia y México. Comprender el cuadro que aquí se describe es de una importancia decisiva para entender cuales son las variables en las que se desenvuelve el curso político en el Sur de América.
Es el imperativo de la hora.
El continente sudamericano necesita liberarse de esa dominación que ha impedido los desarrollos nacionales independientes y lanzarse con todas sus energías a resolver las cuestiones más esenciales de la vida: vestido, alimentación, salud, vivienda y educación para todos los habitantes de cada país. Y junto a ello, impulsar las fuerzas productivas de cada nación, para generar medidas que permitan elevar el nivel de vida de los pueblos y alcanzar renglones más elevados en  el desarrollo económico mundial. Y entendiendo muy bien que de lo que se trata es de coordinar esfuerzos y realidades para propender a la creación de un Mercado Común Latinoamericano, -cuyo primer intento es el ALBA- que surgirá y tendrá concreción en la medida que los pueblos y sus gobiernos sean capaces de unificar objetivos y darse metas comunes. Como decía Simón Bolívar, de lo que se trata es de construir la Gran Patria Latinoamericana
Y todo ello en un marco de profunda democracia. Hoy los pueblos quieren participar y decidir, quieren ser gestores, ejecutores y protagonistas del diseño de las políticas públicas.
Y este cambio que se produce en América Latina tiene características muy especiales. Lejos del discurso dogmático,  sectario y anticuado de las izquierdas, la revolución avanza con un nuevo lenguaje y comprendiendo las vivencias y las necesidades de las mayorías sociales.
Hay otra visión, otra lectura, una manera distinta de analizar, de decir y de hacer.
Se recupera la historia de América Latina, desde la lucha de los pueblos originarios contra los conquistadores españoles, y los primeros militantes por la Independencia: por eso hablamos de Tupac Amaru, de Belgrano, Castelli y Moreno, de José Martí, de José de Artigas, del gran estratega Simón Bolívar y de tantos otros. Por eso los nombres que se adoptan y los líderes que se ponen al frente: Revolución Bolivariana en Venezuela -¿de qué otra manera se podría llamar?- Revolución Ciudadana en Ecuador, y un representante de los pueblos originarios en Bolivia liderando el cambio social. Esta es la nueva América Latina que pone proa al Socialismo del Siglo XXI. Y estos pueblos están escribiendo una nueva historia porque protagonizan procesos inéditos: cohabitan con la burguesía y luchan contra ella, mientras  deben ratificar sus mandatos a través de los procesos electorales.

Y es a esta nueva corriente que circula por América Latina,  a la que Argentina debe sumarse. Dando lugar a una síntesis que supere las experiencias del pasado y que se renueve en el lenguaje, en las  propuestas y en las formas que vaya adoptando.

Como se dice  en el título, repitiendo al patriota venezolano Simón Rodríguez, “Inventamos …..o erramos”.

Comprendiendo en primer lugar cuál es el estado actual de la correlación de fuerzas en el mundo y en América Latina; acertando con las particularidades del desarrollo y de las contradicciones en Argentina y construyendo una forma organizativa, plural y democrática, que sea consecuencia de toda esta mirada política y estratégica.
 Y se trata de recuperar nuestra historia, nuestra tradición, nuestra sangre, nuestra tierra.
Y tomamos la herencia de todas las luchas populares: la de los pueblos originarios contra el Imperio español, la de los que libraron la guerra por la Independencia con las consignas de libertad e igualdad y fueron derrotados por la burguesía de entonces,  la de la Reforma de 1918, la del 17 de Octubre de 1945, la del Cordobazo y la luchas populares de los ’70, la del 19 y 20 de Diciembre de 2001….
Tenemos que recuperar para todos los habitantes el agua y la tierra, y todo lo que en ellas hay: el petróleo, las minas, el gas, la pesca… la propiedad y la renta de todos los recursos naturales; realizar la reforma agraria; producir una real redistribución del ingreso, aplicando retenciones a las grandes ganancias del campo y de las industrias, de las multinacionales de la actividad financiera y haciendo una profunda reforma impositiva que grave en forma progresiva las ganancias y reduciendo las tasas que se aplican sobre los alimentos y las necesidades primarias de la población, además de terminar con la exención de las grandes tenencias financieras bancarias. Y al mismo tiempo estudiar medidas dirigidas a impulsar la industrialización de la Argentina en aquellas áreas que serán centrales en los próximos años, reencauzar toda la actividad agropecuaria para servir a las necesidades de este proceso de transformación y dándole prioridad a sectores estratégicos como la energía, el transporte, las comunicaciones y la industria pesada. Y a todo lo expuesto le debemos agregar dos ideas fundamentales para pensar el futuro: la defensa del ecosistema y la descentralización.
Con estas bases es necesario convocar a todos los que deseen sumarse a la construcción de una organización plural y democrática que contenga en su seno a quienes provienen de distintos orígenes políticos para ir encontrando una síntesis superadora que se sume a los nuevos aires latinoamericanos.
Y en ese camino y para aportar a esa construcción venimos trabajando con la convicción de que resulta necesario encontrar una confluencia mayor, donde estén presentes todos los sectores políticos y sociales que aún permanecen dispersos o formando parte de otros procesos, pues esa gran unidad política es el único camino que existe para estar en condiciones de afrontar con éxito la batalla por la transformación revolucionaria de la Argentina.

Héctor Tepper
Participación Urbana
02/08/2011

1 comentario:

  1. Lo veo a Bolivar, pero no veo ninguna mencion a San Martin, a mi el "otros" para quien libero medio continente con las mismas ideas, me parece poco.
    Daniel

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